Ya han llegado las Navidades, pero antes de que se lancen a sus habituales quejas sobre esta festividad les propongo que, si las Navidades tradicionales no les motivan, opten por sacrificar unas cuantas vírgenes, entregar sus almas a Moloch, cambiar las guirnaldas por tripas de macho cabrío o lo que se les ocurra. Lo que sea menos darme la murga, gracias.
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