El Azkena Rock Festival -o ARF! Coincidirán conmigo en que es el mejor acrónimo de la historia- llevaba ya tiempo llamándome así que cuando me enteré de que Black Sabbath iban a tocar este año me tiré sobre las entradas como la bestia de revirabolas sobre un plato de filloas.
Al final no tocaron debido a las previsibles bajas por enfermedad y a pesar de tener un abono de tres días no pude hacer uso más que de día y medio. Es lo que tiene comprar entradas cuando estás en el paro, que nunca sabes cuándo te van a contratar y joderte ese maravilloso horario de holgazanería 24 horas.
Día 1. Muerte por caramelo de menta.
Lamentándome porque de nuevo la Black Label Society se me escapaba por un pelo llegué a la estación de trenes de Vitoria y tras registrarme en un hotel que parecía un lupanar regentado por John Waters -así, con clase- atravesé Vitoria dando zancadas con la energía que te da llevar tres Burns en el cuerpo hasta llegar al recinto donde se celebraba el festival.
Llegué justo en el momento en el que Geezer Butler subía al escenario para, junto a Ozzy, empezar la sesión de canciones de Sabbath. Por mí perfecto, puede que no vea al grupo completo pero Buttler y Ward son en mi opinión la piedra angular del Sonido Sabbath -aun por encima del propio Iommi- así que disfruté de la base machacona mientras buscaba a mis compañeros de festival.
Black Sabbath - N.I.B.
El siguiente invitado fue ZakkWylde, lo que me provocó una sensación de déjà vu. Efectivamente, esta era la segunda vez que me perdía a la Black Label Society, pero era también la segunda vez que, como premio de consolación, podía ver al vikingazo de Wylde tocando con Ozzy.
Vamos, que no puedo quejarme.
Ozzy Osbourne - Crazy Train
A continuación tocaron Lüger con un estilo un poco triposo y progresivo que iba a reaparecer intermitentemente a lo largo del festival a la primera de cambio ¿Nos espera una década atmosférica y densa?
Lüger - Dracula's Chauffeur Wants More
Por cierto, vaya puta mierda de vídeo para modernillos. Pero la canción bien ¿Eh?
La decepción del festival fueron The Mars Volta. Baste decir que el Bixler-Zavala tenía una mesita a mano con una tetera. UNA TETERA. Lo siento, pero a menos que sea un anciano no puedo respetar a un músico que, sin estar desenganchándose de la heroína, se dedica a tomar sorbitos de poleo-menta entre estrofa y estribillo.
The Mars Volta - The Widow
Por suerte después de esta mierda de grupo para nenazas llegó Danko Jones, que cuando se canse de la música puede dedicarse a la oratoria motivacional porque no sabría decir qué nos puso más las pilas, la música o los discursos que se echaba sobre cómo cagarse en la calavera de cualquier maderfaquer que te toque las pelotas.
Danko Jones - Mountain
Muy emotivo el momento en el que, tras detectar a una petarda que negaba con la cabeza mientras coreábamos su nombre a la española -"Dan Cojones", vamos-, Danko le metió el bacile de su vida. Me gustaría decir que a la chavala se le quitaron las ganas de ser una revientapelotas para el resto de su miserable existencia, pero conociendo a la mujer española eso es pedir mucho.
Finalmente y como no podía ser de otra manera, mi vida estuvo a punto de llegar a un abrupto final. Sólo les diré una cosa: comer un caramelo mientra se mastica chicle es bailar con la muerte.
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